La finanzas personales, como las finanzas de una empresa o una administración pública, requieren atención para evitar problemas y hacerlas sostenibles a lo largo de nuestra vida, y esa es una de las claves para administrar tu dinero o el de tu familia, tener una visión a largo plazo que abarque todas las fases de tu vida y la de tus allegados, saber hacia dónde ir es fundamental para llegar a buen puerto. Gestionar las finanzas personales es sencillo, requiere de disciplina para ir siguiendo el camino hacia tus objetivos financieros y se completa en cuatro fases: registro de tus finanzas, análisis de la situación, objetivos establecidos y seguimiento.
Registro de finanzas
El primer paso, sin duda, es tener un registro de todos tus ingresos y gastos, con el importe, la fecha, el concepto y su categoría. Categorizar bien tus ingresos y gastos es clave para tener una buena información con la que tomar decisiones. Si bien no hay una clasificación de categorías que sirva para todos los casos, esta estructura podría ser un ejemplo, teniendo en cuenta que en cada categoría podríamos llegar a tener más subcategorías, en función del detalle que queramos dar:
- Ingresos: los ingresos, por ser los únicos que suman, suelen mostrarse los primeros en un resumen financiero de ingresos y gastos. En función de la variedad de ingresos que se tengan, en esta categoría podríamos tener subcategorías como nóminas, ingresos por alquiler, ingresos financieros o ingresos extraordinarios. La casuística pueden ser bastante amplia, pero si en tu economía doméstica estás tu sólo y sólo tienes ingresos por nómina, con la categoría de ingresos, podrías tener más que suficiente.
- Gastos: la variedad de gastos puede llegar a ser muy amplia, pero esta clasificación abarcaría la mayor parte de gastos que nos podemos encontrar.
- Hogar: los gastos de electricidad, gas u otro tipo de gastos relacionados directamente con el hogar, estarían dentro de esta categoría.
- Gastos personales: gastos de ocio, ropa y similares.
- Otros gastos: los gastos no englobados en las dos partidas anteriores, los gestionaríamos desde esta categoría. Se trata de gastos no recurrentes como por ejemplo, la factura del mecánico por reparar el coche.
- Seguros: es importante tener el detalle de los seguros de una economía doméstica porque es uno de los gastos que se puede mejorar de forma fácil, simplemente anticipándose a la renovación de cada uno y pidiendo cotización en otras compañías.
- Impuestos: todos los impuestos, ya sean multas, impuesto de bienes inmuebles, declaración de renta, etc. se contabilizan por separado para valorar, entre otras cosas, cómo se comportan en función de nuestra estructura de ingresos, gastos, activos y pasivos.
- Préstamos: es una de las categorías que se puede mejorar fácilmente refinanciando la deuda, cancelándola o consiguiendo mejores condiciones, así que tener el registro de todas las cuotas detalladas que se pagan, es fundamental para tus finanzas personales.
El segundo paso dentro de esta fase de registro, sería registrar, mensualmente, la situación patrimonial. Hasta ahora hemos registrado "cuánto ganamos", ahora vamos a registrar "qué tenemos y qué debemos", es decir, a qué hemos ido destinando nuestros excedentes de ahorro.
- Activos: son los bienes de los que disponemos que se puedan valorar. Los activos más habituales son, por ejemplo, los inmuebles, las inversiones financieras y otros inmovilizados como los vehículos, las embarcaciones o las joyas.
- Pasivos: son las deudas que tenemos. Es importante detallarlas por acreedor. Si en el registro de ingresos y gastos hemos registrado las cuotas de estos préstamos como gasto, en el registro de balance mensual iremos viendo como se reduce la deuda.
La diferencia entre lo que tenemos y lo que debemos es nuestra solvencia patrimonial y es un indicador de la fortaleza de nuestras finanzas personales que nos permitiría afrontar problemas a largo plazo. Si tu solvencia patrimonial es cercana a cero, uno de tus objetivos puede ser hacerla crecer.
Análisis de la situación
Con toda la información registrada pasaremos a la siguiente fase de análisis de la información en la que determinaremos la situación actual de nuestra economía doméstica. La casuística puede ser muy amplia, pero algunas de las situaciones que nos podríamos encontrar son:
- Ingresos inestables o bajos: es uno de los problemas habituales en finanzas personales. La falta o inestabilidad de ingresos afecta de forma directa a la capacidad de ahorrar y las posibilidades de vivir de forma más o menos desahogada.
- Gastos elevados: en muchas ocasiones, hasta que nos llevamos a cabo un registro de nuestros ingresos y gastos, no tomamos conciencia de los gastos innecesarios en los que incurrimos.
- Escaso ahorro acumulado: si tus ingresos y gastos son muy parecidos cada mes, te va a resultar muy difícil ahorrar para afrontar inversiones o posibles situaciones adversas.
- Elevado endeudamiento: por razones muy distintas, el elevado endeudamiento puede ser el verdadero mal de las finanzas personales porque impide ahorrar y reduce la solvencia patrimonial.
- Pocos activos: si no has podido ahorrar es muy posible que no hayas podido invertir en activos. Los activos, además de tener un valor que nos podría permitir ingresos en caso de venderlos por situación de necesidad, pueden llegar a generar ingresos pasivos periódicos (un piso alquilado, por ejemplo), así que nos interesará tener activos en nuestro balance personal.
Objetivos establecidos
Ahora que lo tenemos todo registrado, ingresos, gastos, activos y pasivos y nos hemos tomado un tiempo para analizarlo, ha llegado el momento de estableces unos objetivos con los que cambiar la situación. Los objetivos deben ser realistas pero ambiciosos, para que nos mantengan alerta pero que sean objetivos alcanzables. No hay una lista estandarizada de objetivos, ya que estos dependen de la situación de cada uno, pero algunos de ellos podrían ser estos:
- Mejorar los ingresos: en muchas ocasiones son los ingresos bajos o inestables los que impiden obtener excedentes de ahorro en una economía doméstica, así que emprender acciones para mejorarlos siempre es una buena solución. Digamos que mejorar los ingresos es jugar al ataque.
- Reducir los gastos: si son los gastos los que te impiden ahorrar de forma sistemática, marcarte objetivos para reducirlos es una buena opción, aunque hay que ser realistas, como norma general ya estamos bastante encima de los gastos, así que suele haber poco recorrido de mejora. Reducir los gastos es jugar en defensa, pero puede funcionar.
- Afrontar una inversión: En función del ciclo de vida en el que te encuentres la necesidad de afrontar una inversión es más o menos probable, pero tarde o temprano llega el momento y establecerlo como objetivo en tus finanzas personales, es clave.
- Mantener la situación: muchas veces no hacer nada es la solución. Si tus finanzas personales tienen excedentes de ahorro sistemáticos y los activos superan con creces los pasivos, el objetivo de mantener la situación es el más adecuado.
En paralelo al registro de ingresos, gastos, activos y pasivos, ahora que ya sabemos hacia donde queremos ir, deberíamos tener también las previsiones para año en curso por meses y otra a más largo plazo de, por ejemplo, 5 años, por años, con un breve explicación de las acciones a realizar para cumplir con las previsiones establecidas.
Seguimiento periódico
Hay que mantener la disciplina para acostumbrarse a registrar bien los ingresos, gastos, activos y pasivos de forma periódica y analizar si la realidad se está desviando o no de las previsiones hechas. El seguimiento debe ser como mínimo de carácter mensual, aunque en función de la situación podría ser incluso semanal. La fase de seguimiento es fundamental porque nos permite establecer acciones para alinearnos los objetivos y poder cumplirlos a largo plazo. El seguimiento es como el timón de un barco que nos permite movernos hacia el objetivo que nos hemos marcado.
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